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Hay un nuevo pajarito en nuestro nido (la saga de los hijos adoptados)

  • Foto do escritor: Tereza Cristina Guimarães
    Tereza Cristina Guimarães
  • há 2 dias
  • 6 min de leitura

Conferencia Conectar Saberes 2023, Escuela Lago Floral,México


Busco en esta conferencia presentar el valor inestimable de las esencias florales en el cuidado de los sufrimientos que muchas veces no son nombrados ni percibidos, porque son encubiertos por el sentido común de la gratitud y del amor, pero permanecen como una herida abierta en las profundidades del alma. Traigo a colación el tema de la adopción, donde el reconocimiento del amor y la dedicación de los padres adoptivos muchas veces no deja espacio para que los hijos adoptivos miren el dolor del abandono inicial.

Los relatos investigados en este pequeño estudio de casos e investigación bibliográfica, valoran testimonios de personas, y afirman que la condición de hijo adoptivo define comportamientos personales y laborales, muchas veces en función de la sobreprotección de los padres adoptivos o, la dificultad de identificación y pertenencia a grupos. Declaran, además, que es un tipo de condición psíquica y afectiva difícil de definir con palabras.


En la experiencia de la vida, todos somos adoptados.


La relación consanguínea es sólo un puerto donde el alma llega a la tierra, donde la vida es acogida en la materia. Los lazos de amor son consecuencia del mejoramiento de este encuentro, de los cuidados, de la acogida y de la ternura. Y esto es totalmente independiente de la consanguinidad. Sin embargo, cuando esta endogamia se vivió en la primera infancia sin registros de amor, y atormentada por la ausencia, la violencia y el abandono, el alma vive un desierto, como una tierra quemada, donde las semillas del amor y de la pertenencia se han retirado a la oscuridad más profunda de la tierra. Entonces, el sentimiento de no pertenecer a ninguna parte y la vulnerabilidad se convierten en el único vínculo, en el único registro de vinculación con la probable familia de origen, con la madre biológica, siendo que, ella misma, a su vez, tiene esto como justificación para abandonar a su hijo.

Existe, en el sentido común, el hábito de romantizar el proceso de adopción, como si el amor y la acogida compasiva fueran suficientes para curar las heridas primigenias de la separación de las referencias maternas iniciales. El rechazo inaugural y la condición de abandono vividos, se traducen en un duelo reprimido por el alejamiento de la madre, de la que el niño, aún bebé, guarda en su campo sensible y a un nivel muy profundo, el olor, la voz, los latidos del corazón y los ritmos del sueño. Los padres adoptivos, por su parte, suelen convertirse en padres tras un largo periodo de frustración y sufrimiento personal, la mayoría de las veces debido a sus impedimentos biológicos.

Con ello, hay un tema de pérdida y frustración que va de la mano, en hijos y padres, y que encuentra en la adopción la forma de trascender una herida abierta.

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Las esencias florales tienen en la representación de lo gestual de la planta en la naturaleza, su mejor indicador del trabajo que realizan. Cuando contemplo el desarrollo de la Prímula de las Dunas (Oenothera Deltoides, familia botánica Onagracea), del Sistema Floral de California (Flower Essence Services, FES), veo un corazón al que se le ha privado de la continuidad del amor. Cuando la planta completa su ciclo, da lugar a una estructura seca que se curva sobre el centro coronal de la planta, en forma de jaula, reseca y estéril, similar a la experiencia del dolor del abandono y la vulnerabilidad. Las flores suelen brotar en pares, blancas, referenciadas en número de pétalos al numeral 4, por lo tanto, señalando una forma de cruz que representa la conciencia espiritual presente en la forma.

El número 4 también está presente en el corazón, donde yace la semilla del despertar al sentimiento de amor de apego y a la conciencia de unidad. La esencia floral DUNE PRIMROSE reconecta con el arquetipo del amor y cuidado maternal de la dimensión espiritual, promoviendo un estado de gratitud para los seres que condujeron el proceso de encarnación del alma en la tierra.


La presencia de un niño adoptado en una familia invita a una reconstrucción continua de todos. Cuando el niño llega a la adolescencia, puede revelar el deseo de buscar referencias familiares a partir de sus rasgos fisonómicos, su forma de actuar y sus manierismos. Son datos importantes para el autorreconocimiento personal de pertenencia a un grupo familiar, consanguíneo o racial. Los rasgos faciales son uno de los datos de referencia más fuertes, aunque sólo sea a través de retratos. Reconstruir el vínculo inicial de la propia historia aparece como un deseo y no como una revuelta, y se presenta como una vía liberadora para continuar la experiencia de una práctica interpersonal legítima del amor.


Uno hereda de la historia familiar dos cualidades fundamentales para su realización en el mundo: De los padres biológicos, la genética; a través de las características físicas, el temperamento y las predisposiciones de comportamientos originales. Y de la familia adoptiva, la epigenética; resultante del entorno afectivo y relacional donde el afecto y el cuidado se encriptan en una compleja reunión de códigos y comportamientos que se van construyendo, y que potencian o no las tendencias innatas.

Conocer el propio origen es un derecho establecido por la ley, y un derecho para acceder a la curación del dolor del abandono. La familia biológica concede la vida, pero la familia adoptiva concede el futuro.

El proceso de identificación con los padres adoptivos no es natural, surge de un proceso de transposición del abandono inicial, para poder acoger a los padres adoptivos como nuevos y verdaderos modelos de amor. La experiencia de adoptar también a estos padres se asemeja a los primeros ladrillos de una construcción, que mal colocados resultan en áreas de vulnerabilidad fatalmente presentes. De acuerdo con la bibliografía investigada, esta laguna sólo podrá ser llenada, a partir de la identificación de los sentimientos vividos ante la propia historia.

 

En el sistema australiano, la TALL YELLOW TOP (Senecio magnificus, familia botánica Asterace), crece en suelos muy diversos, pero tiene predilección por las zonas más secas. Cuida los estados crónicos del dolor de no pertenecer. Traduce el arquetipo de la extrañeza en cualquier condición, el sentirse extranjero, ya sea en la familia, en el campo, en el trabajo, en la vida.  Traduce el vacío de la no identificación con el entorno, resultando en un estado de alienación, soledad, aislamiento y abandono que, como consecuencia, se sustenta en la racionalidad, dificultando el acceso al campo emocional. La esencia floral ayuda, por lo tanto, en la reconstrucción de los vínculos, cuando reconecta la mente al corazón, abriendo espacio para el autorreconocimiento de su sufrimiento. Flor de fuerte color amarillo, que revela su acción en la reconstrucción lenta y constante de los nexos mentales.

La capacidad de manejar las emociones, actuar y gestionar los obstáculos de la vida es en sí misma un gran aprendizaje en cualquier infancia. Sin embargo, en niños mayores que tienen fuertes recuerdos de experiencias de abandono, violencia doméstica y abuso psicológico, esto se traduce en una gran dificultad para la adopción debido a algunos comportamientos que son la única respuesta legítima del organismo a situaciones vividas por ellos. Técnicamente, lo llamamos "trastorno reactivo del apego", una afección presente en niños de tan sólo 5 años, en la que el apego futuro depende de los vínculos de amor y confianza experimentados previamente. Los malos tratos tienen un profundo impacto en el desarrollo del niño a la hora de pensar y enfrentarse a sí mismo y a la vida. 

Sin embargo, la calidad del entorno de cuidado que se ofrece en la adopción a partir de esta edad parece atenuar los graves efectos del maltrato en el apego afectivo.

En niños aún mayores, próximos a la adolescencia, los síntomas pueden agravarse hasta comportamientos distantes o inhibidos, escasa interacción, afecto limitado, irritabilidad, tristeza y miedo. En general, estos niños son víctimas de diagnósticos que pierden de vista la globalidad y la complejidad de la persona, ya que se basan únicamente en retrasos cognitivos, dificultades de aprendizaje y síntomas somáticos identificados como un fracaso en el desarrollo. 

El vínculo inseguro favorece la configuración de nuevas vías de respuesta cerebral, que dan lugar a estas conductas de evitación del afecto, de naturaleza emocional y cognitiva, como medida protectora ante el sufrimiento experimentado.

Sabemos que la información más importante para el cerebro humano procede más del entorno social que del entorno físico privado. Lo social brinda al niño información sobre su cultura, que define su grado de confianza en sus emociones y su comportamiento, le proporciona identificación y estímulo para hacer que ocurran cosas buenas en su vida.

La seguridad del vínculo mitiga el terror inducido por el trauma. La parálisis emocional que acompaña a las experiencias postraumáticas fuertes provoca un sentimiento de desapego hacia todo el mundo, como un corazón congelado que observa la vida tras una pared de cristal. El trauma afecta a la imaginación y, debido a la dificultad para descifrar lo que ocurre a su alrededor, los niños tienden a proyectar sus traumas en todo lo que les rodea.

La imaginación es un recurso fundamental para la calidad de vida, es una palanca para transformar las esperanzas en realidad.

Por lo tanto, es en el encuentro con estos nuevos padres y en un nuevo ambiente social, donde se experimentan actitudes de atención, empatía y cuidado, que la reformulación de estos circuitos de respuesta puede ocurrir, ya que la tendencia natural es perpetuar los mecanismos de causa/efecto experimentados a partir de las primeras experiencias, porque el dolor del abandono primario, aún permanece allí.

La expectativa del retorno del trauma, siempre permanece presente.

 

Willow (Salix vitelina, Sauce) del sistema Bach, está indicado a quien lleva en el fondo de su alma el sentimiento de injusticia y pena por su historia de abandono, sintiéndose impotente frente a las circunstancias, entonces, como el árbol que tradicionalmente vive en un proceso de poda feroz, sólo puede aceptar su destino, y restablecerse sin victimización ante todo aquello que alguna vez le trajo alegría. El sauce se restablece ante su historia a través del arquetipo de la curación de heridas, en un nuevo renacer con fuerza y determinación.

En Brasil, todos los años, cerca de 3 millones de niños son víctimas de abuso y negligencia, y generalmente estos riesgos son vividos dentro del núcleo familiar biológico de origen, lo que muchas veces justifica su internación en albergues/hogares institucionales. Esta es la población más crítica de los “posibles niños adoptados” en el sentido de apoyo a la resolución del trauma a través de la inclusión en una nueva familia, donde la iluminación de los nuevos padres y el tratamiento en relación con su sufrimiento es primordial, para que puedan transformar la historia pasada en algo que ocurrió, pero que permanecerá en el pasado. Son experiencias que están marcadas en la mente, en el alma y en el cuerpo, por lo tanto, tratar estas tres instancias es primordial.

Para que haya un verdadero cambio, el cuerpo necesita aprender que el peligro ya pasó y volver a  vivir la realidad del momento presente.

Cada niño adoptado se incorpora al núcleo familiar del que llegó a ser hijo de formas muy diferentes. Entre estos retos se encuentra la necesidad de un reconocimiento por parte de los padres de su situación laboral y educativa en relación con sus hermanos consanguíneos en la familia. Muchos niños observan una cierta dificultad por parte de sus padres para llevar a cabo la educación de forma igualitaria, especialmente durante la adolescencia, ya que muchos niños adoptados manifiestan haber recibido una mayor tolerancia por parte de sus padres en relación con sus hermanos, lo que suele ser interpretado por ellos como una desigualdad de amor. Por lo tanto, muchas veces, informar a los padres adoptivos del deseo de conocer su propia historia se convierte para el niño en un motivo de angustia, y para estos padres en algo muy amenazador, porque surgen muchas fantasías y amenazas a los lazos de amor que se han construido. 

Los padres adoptivos siempre se sienten en desventaja en relación a la madre biológica, haciendo que el hijo adoptivo se sienta, en términos afectivos, en un lugar de gran ansiedad, conflicto y culpa.

En Bach, encontraremos la Achicoria (Chicorium intibus, familia botánica de las Asteráceas) como portadora del arquetipo de la madre universal, la que ama incondicionalmente. Una vez más, citamos una esencia reconstituyente para los sentimientos de vacío interior y de rechazo, esta vez para los padres adoptivos. La Achicoria traduce, por sus raíces profundas en la tierra, y sus hojas y flores tan pegadas al tallo, esta condición de apego neurótico, a menudo tan característica de las madres y padres adoptivos. Sin embargo, la achicoria puede desarrollar la caridad, restaurar los sentimientos de vacío interior y de rechazo, es decir, la experiencia de dar sin pedir nada. Porque en verdad, Chicory lleva la marca del abandono, simplemente porque siente que el amor de quien recibe, no corresponde a la forma e intensidad que le satisface.

Sin embargo, conocer su propia historia e ir en busca de un eslabón perdido da al niño adoptado una sensación de continuidad y datos reales para estructurar su propio camino en la vida. Estos jóvenes refieren que esta búsqueda les da una sensación de ligereza y libertad para avanzar hacia el futuro.

Elvin Semrad (1919/1976), psiquiatra del Centro de Salud Mental de Boston, Massachusetts, solía decir que "las mayores fuentes de sufrimiento humano son las mentiras que nos contamos a nosotros mismos", afirmaba que era necesario que cada uno de nosotros fuera honesto consigo mismo sobre cada aspecto de su experiencia. Decía que las personas nunca podrían curarse sin saber lo que saben, o sin sentir lo que sienten.


En esta reflexión, llegamos al derecho y al deseo profundo de los niños adoptados de buscar su origen biológico, sin amenazar a su familia adoptiva, porque sólo a través de esta verdad y a partir del reconocimiento de este vínculo histórico, pueden vislumbrar el camino de la sanación profunda de su alma sufriente, posibilitándose a sí mismos dar un nuevo sentido a su propia historia y transmitir a las generaciones de sus hijos la verdadera experiencia de la acogida, el cultivo y la fraternidad en el amor con todos los seres con los que comparten el camino de la vida.


Tereza Guimarães

 

Médica Homeópata

Terapeuta Floral Practioner y Docente habilitada en los Sistemas de California (FES) y Pacific Essences (Victoria,B.C)

Correo electrónico: terezaguimaraess@yahoo.com.br

 

Bibliografia:

- O Corpo Guarda As Marcas: Cérebro, Mente e Corpo na Cura do Trauma. Bessel van der Kolk       

- Além do Trauma: Construindo uma Família Adotiva para Além dos Traumas. Leticia de Paiva Rothen Sato

- Vida de Adotivo: a Adoção do Ponto de Vista dos Filhos. Alexandre Lucchese

 

 
 
 

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Médica formada pela Universidade Federal de Pernambuco(UFPE).

 

Especialização em Homeopatia pelo Instituto Hahnnemaniano do Brasil

 

Curso de Especialização em Psicologia da Saúde Mental (FAFIRE)

 

Terapeuta Floral Practitioner e professora autorizada da Flower Essence Society, Cal. USA.

 

Professora autorizada da Pacific Essences, Victoria BC, Canadá. Florais do Pacifico.

Curso de Formação de Profissionais em Dakshina Tantra Yoga pela Associação Brasileira de Dakshina Tantra Yoga - ABDTY.

Formação em Kinesiologia Avançada, pela 

Escola de Kinesiologia Avançada de Portugal.

Socia fundadora do Grupo de Estudos e Pesquisas em Terapia Floral-TERRA BRASILIS/Recife

Palestrante em eventos nacionais e internacionais.

                Fone : 81 -986054473

 

                         emails:

 

        terezaguimaraess@yahoo.com.br

 

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